SONIA FERNANDEZ


"Si no hubiese frutos, valió la belleza de las flores. Si no hubiese flores, valió la sombra de las hojas. Si no hubiese hojas, valió la intención de la semilla."
En mi largo caminar he encontrado muchos seres, que debido a las circunstancias de la vida, han necesitado una mano amiga, un cariño o una palabra de aliento. De las enseñanzas de mi madre, que siempre me recalcó "que de lo poco que se tiene no se puede caminar por este mundo sin ayudar al más desafortunado " he aprendido, a veces duramente, que es en dar y no en recibir que se avanza espiritualmente. Espero que mis escritos sirvan de ayuda a quienes, al igual que yo, se han embarcado en el camino de la búsqueda espiritual.
Siempre supe que existía un mundo espiritual, pero para no pecar de insolente hacía la vista gorda a ese mar de dogmatismo que siempre cuestioné. Esas enseñanzas metodistas que me acompañaron a dar mis primeros pasos en la búsqueda del espíritu, han quedado impregnadas en mi y ha sido, en un principio, dificiles de sacudir. Tuve que recorrer muchos caminos. Cuestionar mucho mis creencias. Caerme y levantarme un par de veces para lograr, finalmente, aterrizar en el lugar que estoy segura me ha dado las respuestas al sinnúmero de preguntas que traía a cuestas.
No es fácil cambiar de rumbo, sobre todo cuando ese rumbo es visto desde la prisma de la ignorancia. Cuando se juzga sin saber el por qué. Cuando el temor a lo desconocido es aplastante y temeroso. Cuando se escuchó decir algo y lo repetimos, como papagayos, sin reflexionar o investigar para poder dar una opinión con justicia, o cuando nos olvidamos que cada uno debe cargar con sus propios infiernos y purgatorios. Gracias a ese cambio de rumbo he aprendido que la vida es sólo el escenario de nuestra propia telenovela. Que de nuestros errores aprendemos para avanzar y progresar en el largo y difícil camino hacia la iluminación. Que cada uno está en el nivel de enseñanza que le corresponde y que algún día, los que hoy se burlan, serán también burlados por otros que aún no han llegado al nivel de la comprensión.
Un hecho que contribuyó al robustecimiento de mis creencias espirituales y que luego dio paso al "Espiritismo Kardeciano" fue la muerte de mi madre que me sirvió de puente para la demostración de la supervivencia del alma o espíritu a través de una serie de acontecimientos.
EL POR QUE?

Son tantas las razones que es casi imposible poder ennumerarlas. Parten todas del amor, cariño y admiración a esa mujer que fue mi madre aquí en la Tierra. Mujer sabia, honesta y recta que me crió y encaminó por el sendero de la espiritualidad y la verdad. Mujer que me enseñó con ejemplos y acciones y no con palabras o peroratas. Ejemplos que han quedado grabados para siempre en esta mente mía y que perdurarán, no sólo en el transcurso de esta vida que aún me queda por vivir, sino por todas esas otras 

vidas que aún tienen que transcurrir para poder experimentar y poder alcanzar esa sabiduría que era tan innata 
en ella; alcanzar esa fé innamovible que poseía ya que la mía se escapa de vez en cuando. Para tratar de lograr un poquito de su paciencia y tal vez, de alguna forma poder practicar, como lo hacía ella, que lo más importante no es lo que te sucede, sino lo que haces al respecto.
Gracias, madre mía, por esas enseñanzas que me regalastes. Obsequios que en más de una oportunidad he tenido que sacar del baúl de los recuerdos para ponerlos en práctica. Ese baúl lleno de tus recuerdos, ternura y lealtad. Lleno de ese mar de sabiduría y del amor abnegado que regalaste, no sólo a mí, sino a todos quienes se te acercaban.
NAMASTE!